updates la danza las letras y el desmadre
breve ranting y recueto de mis logros y eso
no hay TANTO desmadre en realidad, solo el de mi cuarto y el de mi cabeza a veces cuando hay más ideas y opciones por hacer de las que yo solita pueda abarcar. aún así aplicando también para mí los consejos que voy compartiendo en freeskull voy logrando cierto orden, remedio infalible contra la locura. que tampoco estoy en contra, yo soy fanses de la locura obvio, mega necesaria para crear, pero solo mientras sea chidita para el usuario y el bien común de las especies.
el caso es que últimamente digamos los últimos dos años, a veces más o menos intensamente, me pasa así que me aíslo casi por completo salva unas cuantas pocas actividades porque es demasiado todo lo que debo, siento que debo y quiero o siento que quiero hacer.
aunque por momentos me ha parecido todo lo contrario. este experimento de tener un blog personal propio me ha servido un montón. sobre todo para trabajar con mejor oficio y enfoque mis letras y mis artes. creo que los estudiantes aplicados aprenden a hacer este tipo de cosas en la escuela, pero yo nunca fui un estudiante aplicado. las pocas veces que me apliqué gané menciones honoríficas y cosas que de inmediato perdía, justo por no ser aplicado. porque hacer como que me valía todo era más cool que hacer como que me importaba. y cuando de verdad quise que me importara, me di cuenta que los trabajos maratónicos me son casi imposibles. pero antes bailar para mí era imposible, y ahora ya no. igual que hace dos años hacer mi propia página web sin la ayuda de nadie era imposible y ahora ya no.
La bella durmiente versión @dnslngr | ejercicio 2, corrección 2
Aquí puedes ver la primera versión publicada, que ya era como la tercera correción de esta historia.
Había una vez un rey y una reina que luego de mucho intentar y rogar al cielo lograron tener una hija a la que llamaron Noche.
Tan contentos estaban la reina y el rey, orgullosos de su hermosa hija, que al cumplir la recién nacida su primera luna llena, ordenaron celebrar 100 días y noches de festejos para todo el reino. Y enviaron mensaje a las personas más importantes del reino para asistir a la gran cena al final de los festejos. Se envió mensaje a todas las personalidades incluyendo a todos los brujos del reino, para asistir por el festejo de la primera luna llena de la recién nacida.
Se invitó a todos, menos al gran brujo lejano, que estaba muy lejos cuando llegó el mensaje y no pudo recibirlo. Pero se enteró bien pronto de la fiesta que estaban organizando, y emborrachándose para olvidar la amargura de estar tan solo, creyendo que no había sido invitado, de pronto en las profundidades más hondas de su fantasía tuvo la ocurrencia de ir a arruinarles a todos su festejo. Pero todo fue de mal en peor para el brujo lejano. Desacostumbrado a la familiaridad propia de Dyonisio, no entendía por que de pronto el reino entero se comportaba tan afable y con él tan falto de respeto.
Unos mocosos le tiraron vino encima cuando pasaban corriendo con las copas en la mano. ¡A las doce del medio día en plena vía pública, cómo era eso posible!
Las putas se paseaban con las tetas de fuera, así como traían de fuera sus miembros los paseantes. Se escandalizó el mago de la lejanía con tan burdo despliegue de humanidad, recorriendo tan solo la distancia de su lejano hogar al castillo. Que en efecto se convenció que un castigo singular le haría bien a ese reino orgulloso sin freno ni orden.
-Diga quién va, o grito.- susurró una esclava al sentir una mano de hombre tapándole la boca. Iban 99 noches de festejo y estaban las mujeres del reino ya bien alertadas de hacer el máximo escándalo posible en caso de que a algún malnacido se le ocurriera lo que fuera inapropiado durante el festejo. Así lo proclamaba el edicto real previendo los desatinos que podrían provocarse luego de tantos días bajo la custodia de Dionysio. Y aunque en el reino del rey Tristán y al reina Isolda, el gozo era bien común de la mayoría, nunca faltaba uno que otro infeliz, como en cualquier reino. Dispuesto a arruinarle la fiesta a todo el mundo. Como lo era el deseo del mago, que tan lejos siempre, ahora próximo se disponía a arruinarle su festejo a esos reyes ineptos indignos siquiera de invitarlo a compartir con ellos el gozo de…. lo que fuera, una buena copa de vino o una berreante creatura.
Estaba especialmente enojado el mago, porque de príncipe el rey fue uno de los mejores compañeros en sus desatinos, pero luego que fuera coronado Tristán ya no bebía como antes ni peleaba por cualquier tontería como antes. Para el mago, tanta sensatez era bondad demasiado aburrida. ¿Qué sería de él, de su vida y su entretenimiento si al rey Tristán se le ocurría procurar una vida buena y feliz para su pueblo?
Una pinche basofia aburrida, eso es justo lo que ocurriría y el mago de la lejanía, tan sensato él, no estaba dispuesto a permitirlo.
En plena celebración, entró el brujo que era de magia muy potente y carácter orgulloso provocando un escándalo. Y enfurecido se tragó las siete frutas mágicas que las brujas del reino llevaban como dones para la princesa. Las frutas se le pudrieron adentro y le inflaron la panza con tan tremendo dolor que enloquecido, maldijo a la princesa Noche y a todo el reino con una terrible sentencia. Que al cumplirse quince vueltas al sol se picaría el dedo con la punta de una flecha y moriría, entonces, iracundo y adolorido el brujo con su gran panza se fue.
Quedaron muy apenados el rey, la reina, y todo el reino. Pero la bruja llamada Sofía que aún no había tenido oportunidad de ofrecer el don de su fruta a la princesa, en vez de dársela la abrió con las manos, y comenzó a sacar semillas de la fruta, sacó suficientes semillas para ofrendar a todo el pueblo y mandó noticia que esas semillas eran mágicas, que todos podrían plantarlas donde mejor quisieran para disfrutar de los dones mágicos de la fruta de los árboles mágicos que nacerían.
Estas semillas son dones de la princesa, dijo. Mientras los árboles vivan, prosperará el reino y vivirá la princesa mientras los árboles vivan. Previno sin embargo a los reyes, que si una flecha la llegaba a herir, aunque salvaría la vida, caería en un sueño profundo que duraría hasta que algo lograra despertarla.
Tantas semillas sacó Sofía de la fruta, que la fruta se pudrió y la princesa Noche ya no pudo comerla. Pero a partir de entonces el reino entero prosperó. Todos los habitantes del reino plantaron árboles de los frutos mágicos. Proveyendo a los habitantes y visitantes del reino de increíble fuerza, buena salud y poca hambre, porque además de magníficos y variados en sabor según la región donde se encontraran los frutos, estos nunca se podrían y nunca hacían falta sin importar cuantos se llevaran consigo quienes pasaron por ahí.
Aunque muchas leyes y precauciones se tomaron para desaparecer todas las puntas de flecha del reino. Los reyes preocupados por la seguridad de su hija decidieron encerrarla en una torre de donde no pudiera salir, hasta cumplidos ya más soles, pasado el peligro de la sentencia del mal brujo.
Mientras el tiempo pasaba pasaron años de abundancia y el comercio de la agricultura prosperó. Con la prohibición de las flechas, se prohibió luego el ejercicio de la guerra y se oficiaron bodas y acuerdos entre señores dueños de castillos y países vecinos que antes habían estado en guerra con el reino y así, ya sin necesidad de armar ejércitos con flechas, y con tal abundancia de otros bienes, fácilmente se convenció a los maestros flecheros que cambiaran su oficio por otras artes. Exiliando a lejanos países a quien estuviera en desacuerdo. Las flechas todas se quemaron y las puntas vendidas a lejanos países donde aún se practicaba la guerra. Tomando tales precauciones vivieron casi todos felices y el reino prosperó y los reyes prosperaron, tuvieron muchos hijos y fueron tantas sus ocupaciones que sin saber cómo un día se olvidaron de su hija la princesa Noche encerrada en una torre lejana donde ninguna punta de flecha pudiera alguna vez hacerle daño.
Un día, pasados quién sabe cuántos años, pasó por la torre de un castillo un hada con un arpa. Y tocando para sí escuchó una voz maravillosa que respondía divinamente a la música de su arpa. Buscó la voz el hada hasta que encontró oculta por un bosque de altos árboles una torre. Y no encontrando puerta por donde entrar, le pidió a la dueña de la voz que la dejara pasar para verla. Tu podrás escuchar de cerca el sonido de mi arpa y yo el sonido de tu voz, dijo.
La princesa, que nunca había conocido ni hablado con nadie más que la mujer que de ella cuidaba, se entusiasmo de poder hablar con alguien más. Y no solo con su anciana ama y los personajes de los libros que atiborraban por completo las paredes de la torre donde vivía.
Le dijo al hada que no podía dejarla pasar en ese momento porque su ama dormía y se enfadaría de ver a alguien ahí. Estaba prohibido por por decreto real que nadie entrara o saliera de la torre, con excepción de la anciana ama. Que no era una anciana cualquiera sino una bruja de esas que saben maldecir y curar. Le dijo que era muy estricta la anciana bruja y que podría matarla de coraje si la veía. Pero que si esperaba a la siguiente luna llena, cuando el ama se ausentara de la torre para ir por provisiones, que en la hora más oscura de la noche el ama saldría por la dirección del norte, y que ahí había de esconderse el hada de nombre Aurora para localizar la entrada secreta. Así lo hizo y a la siguiente luna llena, Aurora esperó a que el ama hubiera avanzado la colina para escabullirse por la entrada que encontró.
Ahí Noche y Aurora se hicieron amigas. Aurora tocó el arpa y Noche cantó historias. Al día siguiente Aurora convenció a Noche de salir de la torre aunque fuera unos días antes de que regresara la anciana ama prometiéndole regresar antes de que la bruja regresara. Tantas ganas tenía la princesa Noche de ver el mundo que accedió y al salir a plena luz del día un cuervo que custodiaba siempre la torre fue a avisarle al brujo orgulloso, Rey del norte que la princesa había salido del castillo.
El brujo, entusiasmado y cegado por el desprecio, mandó a un cazador para que matara a la princesa. Cuando el cazador las encontró a la princesa y al hada, disparó sus flechas contra ellas y estando ellas cerca de un río a la corriente cayeron y el río se las llevó.
Dada por hecha su encomienda el cazador volvió a su país a recibir grandes honores. Mientras, río abajo una bruja del bosque encontró a las niñas, las llevó a su casa y las curo. Luego de un tiempo despertó Aurora, que se quedó a vivir con la bruja en el bosque, esperando que despertara su amiga Noche. Pero Noche no despertó. El hada y la bruja usaron todos sus remedios pero nada funcionó.
Pasaron los años y el reino cayó en desgracia y los dioses enviaron a la guerra para limpiarlo. Una noche de tormenta alguien atentó contra la vida del rey, disparando una una flecha en el castillo. Librándose apenas de la muerte. El criminal recibió la muerte, y a partir de entonces el rey ya no logró conciliar sueño tranquilo. Entonces se acordó de la noche. Noche, su hija Noche, ¿cómo pudo olvidarse de ella? Esa flecha que casi lo mata de pronto le había recordado la suerte de su hija.
Pero en la torre a nadie encontró, ni a la ama ni a la princesa mandó palabra a todo el reino de ofrecer gran recompensa para quien pudiera encontrar a la princesa Noche que en esos momentos según la sentencia de la bruja del norte y el sacrificio de la bruja Sofía, en algún lugar del mundo en un profundo sueño vivía.
Fue tan popular la historia y tan generosa la recompensa por encontrarla que rápido llegó a oídos del rey que en tal bosque una mujer durmiente vivía. Preocupado que algún extranjero pudiera reclamar a la princesa. Mandó a su mejor hijo, el príncipe Sol a buscarla. La encontró el príncipe, pero también el brujo y envilecido de pronto el Sol con las artes mágicas del Rey del norte, el príncipe cavó un agujero en el suelo, y construyó un reino subterráneo.
Enloquecido allí, violó a su hermana durmiente, se declaró Rey y armó un ejército para hacerle la guerra a su padre Tiempo, el rey legítimo.
Temeroso el rey de su mejor hijo, mandó talar todos los árboles del reino para armar a suficientes guerreros que pudieran derrotarlo. Mandó también matar a todos sus hijos y a todas sus hijas el rey las encerró para que su sangre no se contaminara más por culpa de su hijo envilecido. Loco, el rey legítimo, mandó talar el último árbol para matar a la Noche que dormía. Cuando murió la Noche, el Sol, de pronto liberado del embrujo que lo poesía, loco de pena se encerró con sus hijos y su ejército en las bóvedas más profundas de su castillo, que llenó de libros encontrados en la torre donde vivió su hermana y les prendió fuego. Ahí ardieron hasta las cenizas la Noche, junto a todos los hijos que logró abrasar el príncipe Sol.
Solo un hijo, Venganza, de la muerte se salvó gracias a una banda de forajidos que por azar del destino pasó. Y escuchándolo llorar, lograron salvar del fuego. La mujer del jefe había perdido a su recién nacido hijo, y al encontrar a ese niño chamuscado y chiquito llorando, se le enterneció el corazón y convenció a su hombre de regalárselo. ¿Cómo te llamas niño? Venganza, lloró el niño. Reconociéndolo el criminal y pensando que podría ser útil quedarse con el hijo de la Noche y el Sol, se lo dio a su mujer para que lo criara y con su banda de ladrones y asesinos se marchó. Muchos años pasaron y el reino cambió. Embrujado por el Rey del norte, el anciano y legítimo rey se casó con la Colera, una ogra, hermana del Rey del norte. Y engendró con ella una hija a la que llamó Victoria.
La ogra amante de la guerra, ahora reina con autoridad, mandó secar los ríos y talar los bosques, construyó caminos y carreteras, bendijo al comercio de la guerra, y exilió o cosa peor a todos los que tuvieran para dar alguna opinión propia. El rey, embrujado envejeció y encerradas todas sus hijas, y lejos, pronto las olvidó, y se olvidó de todo, hasta de él mismo. La ogra entonces le regaló una casa en el centro de un jardín-laberinto y ahí lo encerró. A su hija Victoria le comenzó a enseñar las malas artes de su magia pero era la niña tan torpe que la reina decepcionada la prometió en casamiento con su primo el Rey de los ogros y mientras cumplía la mayoría de edad, en una torre en medio de un gran lago la encerró.