parejas funcionales
a Dana, te quiero mucho hermosa dude. feliz cumple 🙂
Se sentaban en un starbucks todos los fines de semana. su horario variaba a veces desde las 11 hasta la 1 o 2 de la tarde, o a veces desde las 4 hasta las 6 o 7. en ocasiones extraordinarias también asistían a eso de las 7 cuando recién habrían la tienda. esas veces siempre con ropa deportiva, sudando flores y algo más animados que de costumbre. pero nunca comían. absolutamente nada. a lo mucho él se pedía un venti frappe. Una vez hubo una promoción que ella rechazó pero de alguna manera le colaron una dona. Y ella “ay que lindos muchas gracias” y se la comió con su café. Muy digna.
absolutamente nada. a lo mucho él se pedía un venti frappe. Una vez hubo una promoción que ella rechazó pero de alguna manera le colaron una dona. Y ella “ay que lindos muchas gracias” y se la comió con su café. Muy digna.
Todos creían que eran una pareja superficial. Su ritual consistía como Biblia en lo siguiente. Se sentaban en los silloncitos que siempre tenían la dicha de encontrar disponibles. Y se tomaban el 1 o 2 espressos, luego un cappuccino o un chocolate otro espresso y un te. Ella pedía tres tes calientes o helados variaban según la temporada. Luego un late, luego un cafe negro alto con poquita leche de almendras. Luego un espresso. Y al último otro té.
Juntaban los sillones cuando les tocaba separados y se acomodaban el con gafas oscuras con aumento y ella con gafas oscuras nomás y se acomodaban. Ella bajo su hombro acurrucada contra su cuerpo. Mientras él sacaba un libro y lo leía sosteniendolo con una sola mano. Cuando necesitaba voltear la página, él extendía el libro frente a si, en medio de ellos y ella dejaba su celular su café su mejilla o donde estuviera su mano para voltear la página por él.
A veces la retenía y leía un poco de lo que decía el libro. Volteaba la página y seguía a lo suyo sin comentarios. Y así se estaban las primeras 2 o 3 bebidas. Luego por fin él dejaba el libro, iba al baño, luego ella y al volver ella, él ya tenía listas las siguientes bebidas y un maso de cartas. Jugaban una bebida más y se marchaban. Dejando todo pulcro, como si nadie hubiera estado antes ahí.
No faltaba los envidiosos que hablaran mierda de ellos. Algunos decían que ella se la pasaba hablando con morras con vatos. Para quedar luego. Otros decía que se la pasaba en el celular porque manejaba unos negocios online, drogas y eso y que pues mientras él leía ella se la pasaba trabajando. Y así. Unos apoyaban y otros tiraban mierda de la pareja.
Pero lo cierto es que nadie los conocía. Nunca discutían como suelen hacerlo las parejas cuando pasan mucho tiempo en el Starbucks. Ni hablaban en general de nada trascendental. ¿Quién era amigo de esas personas? ¿Con quién salían? Él leía siempre libros que pudiera sostener con una mano. Pocas veces libros que retaran su brazo de hombre que cosha varias veces al día hace yoga y va al gimnasio. Pero en la librería se le había visto comprar libros gruesos, historia de estados unidos, la verdadera historia de méxico, almanaques de arte, obras completas de varios autores y libros de filosofía. También había llegadoa comprar Eso de Stephen King y todos los de Game of Thrones. Y nadie podía ponerse de acuerdo si esos libros eran para él, para su novia, sus papás o algún pariente. En todo caso, si eran para él, esos gustos varios solo incitaba la ira de los más conocedores que alguna vez pudieron sentirse intrigados cuando se le vió comprar la obra completa de Proust y de Pessoa.
Fuera de esos detalles. Nadie sabía absolutamente nada de ellos.
Nunca hablaban de trabajo, nunca iban a cafés ni a plazas ni a restaurantes conocidos entre semana, nunca mencionaban nada de sus vidas personales, ni hacían nada más que echarse ahí a tomar café tras sus gafas oscuras, sus libros caros y sus iphones.
Entonces, tras un extenso periodo de intriga, la colectividad se decidió por liquidarlos. Pero tendría que ser de alguna forma que no presentara ningún problema para nadie, porque a nadie le gustaba participar en los problemas. Solo les gustaba presenciarlos.
La solución se le ocurrió a Steve. Seducir a la chica y hacerla entregar su baúl de secretos y que fueran para todos. ¡Eso Stevie! Se le aplaudió como a un héroe.
Steve decidió que lo mejor era atacar por todos los frentes y le pidió a su prima Chess que lo ayudara. Chess siempre estaba puesta para la aventura y accedió sin problema. Comenzó despacio, topándose con ella de pronto. Justo cuando la pareja salía del café.
Lo hizo varias veces dos fines de semana seguidos. Siempre del lado de ella. Luego no, luego otra vez a la misma hora varios fines seguidos sí. Luego no. Luego otra vez. Y después de toparse con ella tres fines de semana seguidos a la misma hora Chess entrando y ellos saliendo. Al cuarto fin de semana, Chess comprobó con alegría cuando entró que ellos aún estaba dentro y cuando ordenó su bebida le indicaron que habían llegado mucho más tarde de lo usual y que apenas iban como a la mitad de su ronda.
Chess se sentó hacia el oeste, a la derecha de ella. De tal manera que estaba visible para ella y casi de espaldas a él. Era una táctica atrevida, considerando que obvio si ella la había notado todas esas veces. De seguro también él.
Igual, según informes de la inteligencia, en todas esas veces él ni la había volteado a ver. Chess no sabía si sentirse ofendida. La novia en cambio varias veces sí había girado la cabeza, sutil. Nada más para ver qué pasaba a su lado. Las maniobras de ese gesto eran inciertas. Ni desde lejos ni de cerca era posible comprender el sentido detrás de esa expresión confortable vaga perdida, coronada por esas gafas oscuras de motociclista.
Chess estaba casi segura de haber sentido un algo. Pero era tan poker face la morra que su radar estaba confundido y no entendía del todo si esa sensación la insitaba ella, o era una cuestión !00% de Chess. Que intriga. Así que al cuarto fin de semana que Chess entró al café, iba con todo.
Por eso cuando la chica se paró al baño Chess la siguió, casi nada después. El vato en cambio ni se movió. Siguió bien acomodado como siempre, brazo extendido, volteando él mismo la página de su libro cuando tuvo que hacerlo.
Al salir la chica del baño Chess la miró y supo que esto ya era pan comido. Wow, eso es lapislazuli? Qué bonito expansor. Dijo ella bajándose las gafas y acercándose a Chess para ver mejor.
Una amiga empresaria acaba de inaugurar una colección de cositas así cool, de artesanos y artistas locales y extranjeros. Si quieres pásame tu correo y te paso la info. Si quieres ir.
O.. si quieres otro día vamos, te llevo. Dijo Chess hablando más despacio a propósito, Para que conozcas a la diseñadora.
¿Mi correo? Quién se comunica por correo? Qué chistoso. contestó ella como si no hubiera escuchado eso último
¿Quien no? contestó Chess como si nada. Es que yo no tengo redes… ya sé que es raro pero me dan trip. No me gustan esas cosas. La miró. Y celular.. pues obvio sí tengo pero, no puedo darte mi número así nomás. No te conozco. ¿Qué tal si eres un secuestrador?
Ella le sonrió y Chess creyó de pronto que iba a besarla. Hubiera sido demasiado fácil, aunque tampoco le hubiera desagradado. En cambio la chica solo le acarició la oreja, pasando un dedo sobre el lapislázuli. Y le pasó su correo. Chess se tardó siglos en el baño. Y cuando volvió ellos ya no estaban.
Al día siguiente a Chess le dijeron que ellos estaban en el café como siempre. Pero ella no fue. En cambio mejor le escribió a Fer y le preguntó si no habría alguna fiesta o cena o algo para celebrar la clausura del Festival de Artes y Oficios Independientes de Monterrey. De hecho si habría, obvio, el próximo fin de semana en el Club. Y Chess le pidió que la dejara ir con dos amigos. Son una pareja, bien interesantes los dos, te van a encantar. Creo que ella es experta en artesanía mexicana o algo así entendí, no sé estaba muy peda.
Ok sí bueno. Ven. Pensé que ni te gustaban estas cosas. Dijo Fer, con sentimiento en la voz. Como siempre se había esmerado en darle a Chess algo digno de ella. Pero la traía por tierra que Chess se esmerara tanto en permanecer tan ignorante, ajena al poder de las energías y los sentidos del universo.
Y a Chess pues le daba igual eso de los nombres y los significados de las piedras, pero le gustaban las cosas bonitas y el color azul. Y eso cumplía y sobrepasaba sus expectativas de un buen regalo. Así que lo usaba contenta.
Que esta chica, la misión, supiera cosas que le recordaran a Fer para Chess era buena señal. Al menos podrían entretenerse mutuamente en la fiesta. Y el chico era guapo. Si de casualidad a Fer le caía mal la chica, seguro que lo tendría a él para entretenerse y eso le daba a Chess la oportunidad perfecta para emborracharla o algo y sacarle algo de info.
Wow, eres un maniático Stevie. Dijo Chess cagada de risa, cuando Steve por fin le terminó de revelar su macabro plan. Frente a la mesa tenían botecitos ámbar y jeringas. Chess terminaba de sacudirse la nariz aceptando el porro que le pasaba Steve, pasándolo de vuelta y alargando la mano para encender un cigarrillo.
Pues mira por ella no creo que haya problema. Se veía bien puesta, estoy segura. Pero él. Quién sabe.
Fer se encarga dijo Steve. Dándole duro al porro. Estoy seguro.
Denise Longoria, a por 18 de julio, Mty, Mx, 2019
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