Me gustan tus pestañas atigradas como el techo de las palapas en el mercado a lado del puerto
los lunares que tienes cerca de la boca
me gusta el duende vagabundo que te brilla en la mirada
víctima inmortal de un abrazo poderoso.
Me lo encuentro cada vida su rostro siempre un enigma como sombras una noche callada
apenas iluminada por la luz de tus pestañas ausencia o presencia de lunares cerca de la boca
El orígen del mar… ¿serás un duende de agua?
En el gran charco. Hasta el cuello. Hasta la boca, hasta los ojos absorto en ti siempre.
Atento cada vez más temprano a tu presencia, expectante, poseído como un
niño que ve fantasmas de colores. Nuestros labios se reconocen pero nuestras espaldas se aman más…
Qué divertida la tensión de una cuerda terrestre. El móvil de las historias,
la tensión de una vida que puede morir, que va a morir. ¿Por qué enmudecer
ante la contemplación de tus pestañas… y esos lunares que tienes cerca de la boca?
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