Derramar la sal, cuentos Denise Longoria

Eres un imbécil escupió enfurecido Gargajo Mortal, desde su esquina en el cuadrilatero. El Chef, su contrincante, acababa de lanzarle un par de tenedores directo a los ojos, que Gargajo pudo esquivar, deshaciéndolos con el poderoso veneno que manaba de su boca. El Chef esquivó el mortal líquido, pero algunas pocas gotas salpicaron su delantal, haciendo brotar al instante finos hilos de humo mientras la corrosiva sustancia de Gargajo deshacía la tela como deshace el fuego una barra de mantequilla.

ARGH!!!!!! gritó furioso El Chef, que cuidaba con celo de su blanquísimo uniforme tanto como cuidaba de sus cuchillos, su bigote afrancesado y sus músculos de acero. ME LAS PAGARÁS BESTIA ESTÚPIDA, gritó arrancando una banca de reporteros (con todo y reporteros) directo hacia su contrincante.

En vez de esquivarla, Gargajo Mortal aspiró con toda la fuerza de su entraña el gargajo más grotesco que pudo maniobrar, a tiempo para deshacer la banca, enviando a mejor vida a uno de los foto reporteros que en vez de saltar como hicieron todos los demás, permaneció aferrado a la banca, no pudiendo resistir la tentación de una foto tan exclusivisísima como esa. Al ver que la banca no había hecho más que llenar de escombros y malolientes partes humanas el cuadrilatero. El Chef decidió utilizar su último recurso, consciente de que quizás ni él mismo saldría bien librado.

Tú lo pediste, dijo, más para sí mismo. Y reuniendo todo su valor, hundió la mano en el bolsillo de su blanquísimo uniforme. Entonces un silencio expectante y aterrador se apoderó de la arena entera. Hasta Gargajo hizo una mueca, incapaz de ignorar el miedo. No te atreverías… murmuró.

Era LA SAL, y El Chef la sostenía con firmeza en la mano, intentando ignorar qué él mismo estaba temblando. Tú me has obligado dijo, y luego de una pausa que se extendió lo que a todos les pareció una eternidad, aflojó con sus dedos la tapa del recipiente, y la derramó en el cuadrilatero.

Dicen, los que tuvieron la cordura para abandonar de inmediato el recinto que albergaba la pelea más intensa que jamás nadie hubiera visto, que muchos murieron al instante, en cuanto la sal tocó el suelo del cuadrilátero. Nadie de los que fueron suficientemente valientes, curiosos o estúpidos para quedarse, quedó vivo para contarlo. Pero se encontró en la memoria de algunas cámaras de video, evidencia del horripilante despliegue de acontecimientos, tan terribles que ni si quiera por escrito se atrevieron los medios a reseñar la pelea.

Con decir que Gargajo Mortal, pasó a la historia como el tipo que obligó a El Chef, a utilizar su último recurso. Y El Chef, hubiera pasado a la historia como el vencedor de esa pelea del siglo, sino fuera porque derramar la sal, era un movimiento ilegal, y por ello fue inmediatamente descalificado. Pero El Chef aceptó su destino gustoso, porque pudo vengar con satisfacción que el imbécil ese del Gargajo se hubiera metido con su uniforme.

derramar la sal, cuentos denise longoria
Denise Longoria y Liz Ovalle
(danza contemporánea, Pájaro Arte Escénico, Monterrey, mayo 2019)
Foto: Gaby Treviño @gabrielucky

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