Hace unos años pasé por una crisis muy fuerte que me aventó bien profundo en un abismo ya conocido, y que hasta entonces la poesía, los libros y la fiesta intensa me habían ayudado a “tapar”. Pero que de pronto ninguna de las formas conocidas me ayudaba ya a tapar, mucho menos resolver. En ese entonces yo era la misma persona que soy pero muy diferente. Me daba miedo y vergüenza la danza, y la exposición ante el público, fuera de un íntimo círculo social. Vivía día a día anestesiada, me era imposible pasar un minuto sobria, y apenas distraerme de formas mega irresponsables e incluso peligrosas para olvidarme un poco de mi dolor. Pero mi mundo estaba en llamas y entonces gracias a muchas herramientas que aprendí yendo a buena terapia, decidí probar algo nuevo.
Como estaba en un estado de “me vale verruga cósmica la vida”, pero sí tenía ganas de sanar pues digamos que estaba en un momento ideal muy receptivo para probar cosas nuevas. También porque ni mis amigos, ni mi familia, ni la escuela, ni siquiera mejorar como escritor ni nada de lo que antes me interesaba, me ayudaba a dejar de sentirme así tan miserable como nunca antes me había sentido.
Los tesoros escondidos en el fondo
Estaba tan en el fondo, que de pronto me vi libre de vergüenzas y miedos que antes me habían impedido intentar cosas que me llamaban la atención pero que me daba demasiada vergüenza y miedo intentar. Por ejemplo la danza y el teatro.
Luego te hablo del teatro, que fue un MEGA descubrimiento también pero lo que me impactó de verdad fue la danza, literal la práctica empírica de la danza. Bailar me provocó una conciencia de mí y un alivio tan profundo, que seriamente consideré abandonar la carrera de letras para meterme de lleno a danza. Yo en realidad solo seguí matriculada en la carrera para cobrar un seguro. Estaba harta, por no decir asqueada de las instituciones y las competencias de poder (que me siguen pareciendo absurdas) tan comunes en instituciones y contextos estructurados según esquemas patriarcales paternalistas y piramidales que simplemente no van con la forma holística y compasiva que tengo de entender el mundo. Tanta hostilidad en su momento también me ayudó a encontrar conocimiento que a lo mejor nunca hubiera llegado a mí si no hubiera ido yo activamente a buscarlo.
Poesía y danza para equilibrar la balanza mente cuerpo
Tenía la idea de compartir contigo literal una lista de similitudes entre la poesía y la danza. Que en algún momento como te cuento en el siguiente video, me di cuenta que eran un espectro de lo mismo, como si la poesía y la danza fueran una misma luz vista de distintos ángulos. En este caso expresada mediante formas distintas y hasta “contrarias”.
- La poesía se expresa con los signos del lenguaje hablado
- La danza se expresa con los signos del lenguaje corporal
La poesía en voz alta se compone de signos, sentidos y cualidades sonoras como la música, y al momento de trasladar la poesía al campo escrito también adquiere cualidades pictóricas como el arte visual.
La danza en cambio se expresa con los signos del lenguaje corporal. Tiene cualidades plásticas también, y en general se acompaña de música y elementos escénicos, incluso puede llegar a un punto de expresión experimental interdisciplinaria y con la ayuda de medios digitales y otras tecnologías adquirir otras cualidades literarias, sonoras, y visuales. Con la ayuda del video mapping por ejemplo. Pero en sí la danza puede ser muda, insonora y no por eso menos expresiva.
Arteterapia para superar la fractura de la mente racional
Nunca me he puesto a buscar bibliografía contundente sobre las cualidades terapéuticas de la danza y la poesía, porque pasé tanto tiempo tan clavada en satisfacer los requisitos de la mente racional que al momento de descubrir otras formas de conocimiento, basado en la experiencia, preferí entregarme de lleno a la experiencia de vivir. Estoy de acuerdo que la razón es útil e importante, pero no es lo mismo que el sentido común, y solo es un punto de vista entre muchos más.
La verdad del mundo va mucho más allá de cualquier lógica o razón.
Hablando desde mi experiencia y mi forma de sentir y entender el mundo, que puede ser similar a la tuya, pero mucho muy diferente a la de otros. La danza me ayudó, así como la poesía en su momento a integrar mediante la práctica los distintos aspectos y espectros que me componen. Más allá del alivio que implica por ejemplo, escuchar música que te gusta. La práctica del arte, específico de la danza me ayuda a resetear la máquina del ego a quien le encanta la razón, porque “la razón” es muy fácil de manipular. En cambio el entendimiento, la intuición y la conciencia, son ilógicas, por lo tanto son difíciles de entender y clasificar. Esto le puede provocar miedo a la mente racional, pero es agua donde puede nadar libre el espíritu creativo, y por eso es tan importante.
El art contra la miseria, la tristeza y el aburrimiento
Porque cada vez hay más personas insatisfechas y resentidas por estar todo el tiempo alimentando “la razón” sin darle cabida a necesidades naturales básicas de expresión, diversión y bienestar que en teoría es derecho de todos en una sociedad no-esclavizada. Aunque oh sorpresa, algunos aún vivimos en sociedades esclavizadas por ideales decimonónicos obsoletos orientados a la idealización de la industria y la sobre producción y consumo de bienes materiales. No te confundas, no es mi intención hablar en estos momentos de teorías económicas o sociales. Simplemente quiero exponer mi punto de vista, que si estás de acuerdo entonces podemos dialogar y que si no estás de acuerdo, eres libre de expresar tu propia opinión si quieres. Pero teniendo bien en cuenta que no es mi intención convencerte de nada, ni deseo ser convencida de nada tampoco. Por eso me gusta el arte. No se trata de convencer, se trata de mostrar “un algo” que al momento de ser expuesto ante otros, se convierte en un espejo que refleja al que lo mira, no necesariamente al que lo “provoca”.