BIG WAVES 1 | LA GRAN OLA

En principio podríamos decir que La gran ola (2020), más que la exposición de múltiples obras es únicamente la revelación de una gran obra performática, colectiva, masiva,

integrada por 40 impulsos creativos surgidos desde múltiples disciplinas y múltiples puntos geográficos —hasta el momento, en el catálogo conviven artistas de 8 diferentes países, procedentes de 2 distintos continentes; sin embargo, el pronóstico del estado del arte augura réplicas que impactarán a más partes del mundo: esta gran ola no será la única.

En palabras de Denise Longoria, quien agitó las aguas y originó esta suerte de tsunami artístico, digital y virtual (aunque no por eso menos presencial y real), La gran ola dialoga primeramente con otras creaciones de su autoría: un antecedente indispensable sería su primera exposición artística, Glitch versus virus | máquina para escribir 1 (2020), y también los libros de luz y sombra, los cuales están actualmente en gestación y retomarán las obras multidisciplinarias que conforman este oleaje. Igualmente esta obra se eleva como parte de un proyecto de vida dedicado al arte; para Denise, dicho proyecto implicó en este —inesperadamente pandémico— 2020, un compromiso y un diseño particular al que llamó Raw Material (#rwmtrl20). Aunque sea de forma breve, menciono estos referentes porque, para dejarnos envolver por La gran ola, necesitamos situarnos en un mar donde el movimiento, la intertextualidad y el compromiso con la creación son las sales que se mezclan con el arte para convertirse en obras. Después de Glitch versus virus, ante un panorama cultural, social y sanitario en crisis, el impulso creativo de Denise la convirtió en alarma y cataclismo. Fue ella quien buscó y permitió esta colaboración, pues supo que frente al inminente colapso hay que celebrar el eco, lo sublime de la existencia, la supervivencia y la posibilidad de observar la realidad desde múltiples perspectivas, desde las de todos aquellos que respondieran al llamado. Hoy, más de 40 artistas han atendido a esa alerta y con las primeras colaboraciones recibidas nace esta gran ola.

En conjunto, decía al inicio, estas 40 expresiones artísticas son parte de un sólo fenómeno; pero cada una, desde su particularidad, es en sí misma una magnífica onda —no de agua sino de arte— que se desplaza a través de la superficie de una realidad fluctuante —no el océano sino la vida—. Todas estas olas se están alzando. Se levantan por encima de la precariedad del artista, de los estereotipos de la creación, de los límites de la plástica, o del cuerpo, o de las letras… se alzan sobre la epidemia, sobre las instituciones oficiales, sobre el espacio físico, sobre la validación de la crítica, sobre la necesidad de un aparato galerístico o museístico como requisito para consolidar una exhibición (hago un paréntesis aquí para destacar la inmensa labor que Denise realizó también para dar forma al montaje digital y la difusión de esta muestra). 

Todas estas olas establecen sus respectivas conexiones y diálogos con otras obras, propias o ajenas, como consecuencia de la inmersión en una máquina de creación propuesta por las imágenes que La gran ola comparte con Glitch versus virus. El resultado es meta-artístico: Desde el videoarte, el performance, la prosa, el collage, el dibujo, la danza, la poesía, la música, la narrativa gráfica, la pintura, la escultura y la fotografía, estas obras abordan la contingencia de un caótico 2020 y tejen vínculos hacia el interior y el exterior; dialogan con sus autores y a la vez son un comentario sobre la sociedad y la cultura que los rodea. Impactan en una historia propia y colectiva, rescatan creaciones o proyectos elaborados previamente en sus carreras artísticas y dan la cara ante esta emergencia internacional que ha provocado la epidemia del coronavirus.

Igual de relevantes que las obras que integran esta gran ola se encuentran los videos de los artistas en donde expresan sus procesos creativos. Dado que el proceso es tan valioso como la obra final, muchos de estos registros audiovisuales se convierten en nuevas piezas —con una estética única en muchas casos— que muestran con claridad la vocación artística de sus creadores y sus mecanismos creativos.

Si bien esta exposición se inserta en un panorama muy alejado del pintor y grabador japonés, Hokusai, sería —desde la historia del arte— un elefante blanco en la sala el elidir una mención a su gran ola. La ola que se inaugura hoy dista mucho de homenajear en sentido plástico a la escuela de pinturas flotantes del periodo Edo. No obstante, la emblemática gran ola de Hokusai coincide con la presente exposición en la intención de trastocar el escenario artístico del momento y del mismo modo coincide en el afán de enfatizar la vulnerabilidad de los humanos frente al enorme poder de la naturaleza. Por su técnica, Hokusai construía los acontecimientos de la escena a partir del blanco, en negativo, a través de capas. Ese proceso podría hermanarse conceptualmente con el de los artistas reunidos en esta exposición. 

A manera de fin y de comienzo, resulta pertinente citar las palabras atribuidas en más de una ocasión a Gabriela Mistral:

“Dame la perseverancia de las olas del mar, que hacen de cada retroceso un punto de partida para un nuevo avance”.

Presentación de LA GRAN OLA (2020)
texto curatorial escrito por Carolina Rodríguez