1: mis amantes
de todas mis amantes
nunca quise al insomnio
que siempre me reprochaba
lo mucho que te quería
lo mucho que deseaba
cambiar su cama
por tu sonrisa
por la esperanza
de saberme junto a ti.
2. algo llamado poesía
espera presa la esperanza
en una caja vacía
soñando que es amante
de algo que llaman…
¿tú cómo lo llamarías?
3. habito la noche: historia de soldados
habito la noche
esa noche frente a los soldados
la noche que nos plantamos
sedientos de justicia
aunque nos dieran miedo las balas
aunque me diera miedo que a la mañana
llamara alguien a mi casa
para avisar que yo no aparecía
nos plantamos sin luz
nuestros ojos aluzando
como rayo que no cesa
la nocturna sinfonía
entonces
cuando vi a los soldados
con un libro en la mano
fui, y les dije este poema
que ahora le canto al insomnio
porque habita
como yo la noche
y como tú, otros ojos
otra cama, otra sonrisa
un océano de irremediables huesos
donde tu corazón y el mío han naufragado
como un hombre y una mujer
gastados por los besos.
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3. canción del esposo soldado – miguel hernández
He poblado tu vientre de amor y sementera,
he prolongado el eco de sangre a que respondo
y espero sobre el surco como el arado espera:
he llegado hasta el fondo.Morena de altas torres, alta luz y ojos altos,
esposa de mi piel, gran trago de mi vida,
tus pechos locos crecen hacia mí dando saltos
de cierva concebida.Ya me parece que eres un cristal delicado,
temo que te me rompas al más leve tropiezo,
y a reforzar tus venas con mi piel de soldado
fuera como el cerezo.Espejo de mi carne, sustento de mis alas,
te doy vida en la muerte que me dan y no tomo.
Mujer, mujer, te quiero cercado por las balas,
ansiado por el plomo.Sobre los ataúdes feroces en acecho,
sobre los mismos muertos sin remedio y sin fosa
te quiero, y te quisiera besar con todo el pecho
hasta en el polvo, esposa.Cuando junto a los campos de combate te piensa
mi frente que no enfría ni aplaca tu figura,
te acercas hacia mí como una boca inmensa
de hambrienta dentadura.Escríbeme a la lucha, siénteme en la trinchera:
aquí con el fusil tu nombre evoco y fijo,
y defiendo tu vientre de pobre que me espera,
y defiendo tu hijo.Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado
envuelto en un clamor de victoria y guitarras,
y dejaré a tu puerta mi vida de soldado
sin colmillos ni garras.Es preciso matar para seguir viviendo.
Un día iré a la sombra de tu pelo lejano,
y dormiré en la sábana de almidón y de estruendo
cosida por tu mano.Tus piernas implacables al parto van derechas,
y tu implacable boca de labios indomables,
y ante mi soledad de explosiones y brechas
recorres un camino de besos implacables.Para el hijo será la paz que estoy forjando.
Miguel Hernández (tomado de Poemas del alma)
Y al fin en un océano de irremediables huesos
tu corazón y el mío naufragarán, quedando
una mujer y un hombre gastados por los besos.