1274 palabras después comí pancakes y dormí
Hoy me desperté a las 5 de la madrugada con unas ganas perras de pancakes. Comencé a escribir este poema Oda a los pancakes como empecé a escribir casi toda mi literatura. Al filo del deseo, inmenso como un abismo. Era muy temprano y yo estaba demasiado modorrx para ver si tenía harina para hacer pancakes. Mi sospecha era que sí había, pero yo deseaba que aparecieran frente a mí calentitos esponjosos y suculentos. Ya listos para devorarlos.
No aparecieron los pancakes, así que escribí estos poemas. Al final te cuento si comí o no comí.
Madrugada – Poema 1 – Oda a los pancakes
A veces me despierto con tu nombre en la boca.
Anhelo – Poema 2 – Oda a los pancakes
Recuerdos suculentos
de una vida más gozada
me invaden con el gusto
de tu tacto suculento.
Recuerdos – Poema 2 – Oda a los pancakes
A veces no comprendo
qué vigilia indeseada
me atormenta con el gusto
de ese cuerpo que recuerdo.
Qué voraces sentimientos
inconclusos e inconectos
me conmueven en la entraña
hasta el filo del deseo.
Conclusión: ¿Hubo pancakes al final?
Por mucho que fuera mi deseo, frente a mí no aparecieron pancakes. Solo palabras, una tras otra como un canon. ¿Qué otra cosa hacer? Podrá ser el hado terrible, pero es transparente y directo. Y yo me entregué a él como me entrego al amor y a todo efecto importante en mi vida.
Con un ojo medio abierto y el otro lagañoso casi cerrado, el pelo revuelto, la boca anhelante y ¡la culpa! Claro, ¿quién puede escribir sin culpa, quién puede entregarse al deseo habiendo tantas luchas y tantos carniceros en este siglo y en siglo de todos los tiempos?
Con culpa y con hambre y con fuego forjé mi sentimiento al rededor de una idea ridícula. Luego seguí escribiendo mi novela pensando en él y en ella… 1274 palabras después, sí comí pancakes los hice yo solitx, porque a veces puedo ser autosuficiente así 😉