La refutación de Hegel – (cuento breve)

Estaban todos reunidos. Cada ser y su contradicción. Los ojos sin párpados fijos en la sustancia de ese juicio, habitando cada uno el espacio de su propio estado destruido. Algunos barriendo con sus colas de cepillo los escombros.

Llegaba el momento de la última refutación, que Hegel esperaba estoico. Hincado entre un tipo vestido de civil y otro vestido de empleado. Pero erguido e imperturbable, portando con la dignidad de una nobleza hacía mucho perdida, el uniforme de los prisioneros, gigante como una lona sobre su cuerpo flaco. 

El lugar estaba completamente destrozado, y de entre las ruinas y escombros salían más y más sombras como cucarachas los días más calientes del verano. También el cielo se había detenido igual que la tierra y el tiempo. Como si la realidad entera dependiera de ese momento.

Te lo voy a preguntar otra vez, dijo la voz sin rostro que escondida en la penumbra hablaba desde el corazón de todos los ahogados. ¿Eres o no eres de mí? ¿Soy o no soy el imperio absoluto de la tela que acaricia como un viento helado la realidad del mundo?

¿Eres la historia? Preguntó Hegel, su voz cavernosa tan parecida al silencio. Amorfa como la voz de los animales que apenas intercambian su animalidad por la sublime concatenación de las palabras, a la vez alegres y oscuras como un vals mexicano. En algún lugar, alto y lejos, escondido entre unas sombras casi transparentes, lloraba el diablo. 

Y el progreso se volvió cada vez más turbio.

Ya no tengo la piedad para ahogar lo que más quiero, más que esta libertad, más que este cuerpo, el devenir absoluto de mi espíritu que es la idea inmortal de Dios. Dijo Hegel, luego de una eternidad esperando a que la voz sin rostro contestara, recibiendo solo vacío y nada.

Entonces la historia, como llamada por el fuego invisible de la humanidad, súbita recobró en su totalidad un devenir que hizo crujir los cimientos de todo lo que ha sido y alguna vez será. Como los engranajes de una maquinaria antigua y oxidada. En el vacío de esa apocalíptica sinfonía se escuchaba el quejumbroso desdoblamiento de la fibra histórica. Envolviéndose con la fuerza centrífuga de un sueño que se desmorona. Constriñéndose más y más hacia el núcleo mismo del todo contenido en las vísceras hegelianas.

Entonces el estado se desmoronó como un papel en llamas y cuando ya nada quedó, ni el ser ni la nada, Hegel se quitó una pelusa del ombligo y sopló como a un diente de león, admirando el mundo nuevo que a su paso se distendía.

Imagen de Stefan Keller en Pixabay

Nota de autor

Algo que se me hace muy interesante de hacer ejercicios de escritura tipo taller literario es que salen cosas que uno mismo no haría o pensaría por sí mismo. Por ejemplo mientras escribía este cuento para cumplir con el reto literario que publiqué esta semana yo misma te lo juro que estaba mega a la expectativa por el tripsote surreal que se iba revelando ante mi. Como si no fuera yo inventando / construyendo la historia sino “otra cosa” algo externo a mí revelándome poco a poco la historia.

(y luego que por qué nos quemaban en la edad media, chingado).

Así como cuando sueñas. Que en realidad eres tú, al menos una parte de ti, construyendo el contenido del sueño, pero sin que tú sepas o controles el sueño. Y entonces el sueño se va revelando conforme lo sueñas. Literal. Por eso me parece que este es una cuento surreal como paisaje de Remedios Varo.

La inspiración que descubre arte que inspira

Desde antes de escribir el cuento decidí llamarlo “La refutación de Hegel”. autocondicionándome a usar las frases que salieron con el juego de usar varios libros para inspirarte a escribir. Me metí en el problema de usar un libro de filosofía para este juego en parte porque hace poco un amigo me escribió preguntándome que le diera ideas de preguntas filosóficas para sus alumnos de prepa. La práctica es más importante que la teoría, pero “las teorías”, o información de lo que tú quieras, son buen recurso para obtener nuevas ideas. Esto lo digo porque me metí en el problema de querer saber más o menos que venía manejando el buen Hegel (el filósofo) porque decidí llamar así al protagonista de mi historia. En realidad no pensaba literal que “Hegel” fuera el protagonista, De hecho tenía la idea de que Hegel fuera un gato, y escribir un cuento de eso. PERO aún así me dieron ganas de saber qué decía Hegel.

Inspirarse con un poquito de teoría filosófica

introduccion a la historia de la filosofia ramon xirau

Y aprovechando que tengo este librito Introducción a la historia de la filosofía de Ramón Xirau, que me encanta porque se nota que el autor quiere que le entiendan. Contrario a todos los autores que hablaban de teoría y filosofía, que (intente pero no bye) leí en la carrera.

Entonces bueno la neta creo que entendí muy poco, e incluso Xirau advierte que Hegel es complicadísimo. Pero al menos creo que de manera súper subjetiva sí logré colorear mi cuento con algo del pensamiento hegeliano.

Descubriendo compositoras mexicanas del pasado

Una consecuencia que me súper mega encantó de tratar de inspirarme literal en Hegel fue que se me ocurrió escuchar música de compositores de la época para inspirarme mientras escribía este cuento. Entonces ya le pregunto a google “compositores del siglo xix”.

Entonces me salió el wikipediazo con compositores de diferentes países y se me hizo bien loco que también había algunos compositores mexicanos. Y aún más loco COMPOSITORAS mexicanas, digo con eso que el estado machista hegemónico patriarcal, pues ya te imaginas mi sorpresa y placer de encontrar artistas mujeres talentosas, más mexicanas y más de esa época. Wow.

Lo malo es que esta pieza es demasiado breve y como es youtube pues no quería tener que playback la canción a cada rato. Así que al final pos ya me apliqué escuchando al Beethoven intenso y su intensa 5ta Sinfonía.

Y pos ya, yo creo que por eso también resultó tan momento del juicio final este trip. Batallé en escribirlo la verdad, pero al final disfruté mil el proceso, los descubrimientos y el resultado.


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